ASUMIR LAS TIC

¡Hola, visitantes! En esta primera entrada del blog, pongo sobre la pantalla la cuestión de las tecnologías dentro del aula. Tratando de ir más allá del debate romántico que aun discute aferrado al tacto y el olor del papel, pretendo partir del reconocimiento de las tecnologías como una realidad que ha pasado a configurar nuestro proceso cognitivo y que, por tanto, tiene y debe tener cabida en las aulas; espacios, por cierto, cuya existencia debemos comprender también en su formato tecnológico.
Lo cierto es que las tecnologías de la información y la comunicación nos ofrecen infinitas posibilidades en el plano docente. Todas estas posibilidades se desenvuelven en el marco de distintos espacios y medios que nos permiten recurrir a la web como recurso para el desarrollo de nuestra profesión y para fomentar el aprendizaje autónomo de nuestras aprendientes. No obstante, su fácil acceso pueden suponer un recurso espléndido, siempre y cuando se haga un uso adecuado de las mismas.
Actualmente, podríamos decir que nos encontramos en un punto de adaptación hacia el dominio de las TIC. A nivel contextual, hay que tener en cuenta las distintas generaciones que conforman el profesorado, el país y los recursos donde enmarcamos esta cuestión, así como las características, las necesidades y los objetivos del alumnado.
Por tanto, partiendo de la generalización y haciendo alusión a las posibilidades que se nos ofrecen el contexto español, me posiciono en base a mi experiencia muy a favor de los recursos que nos brindan las tecnologías. He de decir que se me genera un pequeño debate –tal vez pecando de romántica– entre, por una parte, lo físico, lo que podemos tocar y la cercanía de la modalidad presencial y, por otra, lo pragmático, lo funcional y lo que, no obstante, nos aproxima a los estudiantes desde otros muchos frentes.
Hay que tener en cuenta que, generalmente, nuestras aprendientes son cada vez más de aquellas generaciones que han desarrollado dinámicas sociales y relacionales a partir de las pantallas. Y aquí entra un factor importante a tener en cuenta: el estímulo. Por tanto, si nos exigimos empatizar y comprender cómo piensan nuestras alumnas, ¿cómo no recurrir a las tecnologías?

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